La inmunosupresión es obligatoria después del trasplante para proteger el riñón del rechazo del organismo. Para ello es muy importante tomar medicamentos. Sin embargo, al bloquear el sistema inmunitario, los medicamentos aumentan el riesgo de infección. Esto significa que el sistema inmunitario acepta más fácilmente el nuevo riñón, pero es menos capaz de luchar contra los gérmenes no deseados.
Los gérmenes también se encuentran de forma natural en los alimentos. Sin inmunosupresión artificial, sólo en raras ocasiones suponen un peligro real. Después del trasplante, las cosas cambian. Siguiendo estos pequeños trucos en la cocina, puedes reducir significativamente la cantidad de gérmenes en los alimentos para tu organismo y asegurarte de que tu nuevo riñón pueda ser aceptado por tu cuerpo de la mejor manera posible. En el siguiente artículo descubrirás exactamente lo que tienes que hacer. Verás que no es tan difícil.
Una dieta baja en bacterias como base
El punto de partida para reducir la carga de gérmenes es un mayor uso de alimentos bajos en gérmenes. En muchos de los artículos de Mizu se ofrecen valiosos consejos y sugerencias sobre lo que hay que tener en cuenta en este contexto.
En general, se aplica el mantra "clean-separate-cook-chill". Este dicho procede del inglés y significa "limpiar-separar-cocinar-enfriar". En los párrafos siguientes, descubrirás por qué este mantra se aplica bien a la preparación de alimentos después del trasplante.
No olvides lavarte las manos
Con este sencillo consejo, ya puedes darle una gran ayuda a tu nuevo riñón. Lávate bien las manos antes y después de preparar la comida para evitar infecciones. Procura no olvidarte las uñas y las puntas de los dedos.
Lo mejor es hacer del lavado de manos un ritual habitual en tu rutina diaria antes de preparar y comer alimentos. Lávate las manos durante al menos 20 segundos con agua tibia y jabón (=lavar)
Preparación y almacenamiento correctos de los alimentos
El almacenamiento y la preparación correctos de los alimentos pueden ayudar a reducir la propagación y el crecimiento de gérmenes en los alimentos. Al almacenar los alimentos, hay que asegurarse de que se guardan en un lugar fresco y oscuro (=enfriar). Debe comprobarse al menos una vez que el frigorífico está a una temperatura de 4°C o inferior y el congelador a -17°C. Especialmente en el caso de queso y embutidos, es aconsejable guardarlos en la nevera en cajas separadas para evitar que los posibles gérmenes se propaguen a otros alimentos.
1. Comprobar regularmente los alimentos
Comprueba regularmente si los alimentos siguen en buen estado. Los productos deteriorados o enmohecidos deben desecharse inmediatamente. Es mejor hacerlo cuanto antes. Los recipientes y lugares que hayan estado en contacto con estos alimentos deben lavarse en caliente (=lavar) para evitar que se sigan propagando los gérmenes.
2. Preparación del pescado, la carne y los productos lácteos
Hay que tener especial cuidado con el pescado, la carne y los productos lácteos, ya que pueden ser portadores de posibles agentes patógenos. Por ello, el pescado y la carne deben lavarse bien con agua corriente antes de consumirlos (=lavar) y, a continuación, freírse o cocerse (=cocinar). En cuanto a las aves de corral, siempre hay que asegurarse de que se cocinan por separado del resto de los alimentos, debido al riesgo de salmonelosis.
Al preparar productos animales, hay que asegurarse siempre de que su temperatura interna sea suficientemente alta. Para ello, puede utilizar un termómetro de alimentos durante la cocción, igual que un cocinero profesional. A continuación se incluye también una tabla con los valores objetivo.
Incluso los huevos sólo deben comerse duros por esta razón. Lo mejor es evitar por completo los alimentos que contengan huevos crudos: desgraciadamente, en este caso no se nos ocurre ningún truco higiénico, porque los huevos crudos siguen estando crudos. Esto incluye la mayonesa o el tiramisú, por ejemplo. Sin embargo, es posible encontrar en Internet algunas recetas veganas alternativas que no contienen huevo.
3. Preparación de frutas y verduras
Al preparar la fruta y la verdura, asegúrate de saltearlas sólo brevemente en una sartén. Después deben cocinarse en una olla cerrada, o viceversa. Cuando cocinas con verduras congeladas, asegúrate de cocinarlas inmediatamente después de sacarlas del congelador. Los gérmenes pueden multiplicarse bien a temperatura ambiente y al baño maría. Por este motivo, debes asegurarte de limpiar la fruta y la verdura con agua corriente y no dejarlas en remojo durante mucho tiempo. También debes evitar mantener la temperatura de los alimentos preparados entre 4 y 60 grados durante un periodo de tiempo prolongado. Esto se debe a que las bacterias son especialmente propensas a multiplicarse en los alimentos que han estado a esta temperatura durante más de 2 horas.
4. Frutos secos y legumbres
Los frutos secos y las almendras deben evitarse en la dieta. A menudo no están visiblemente infestados de moho y, por tanto, pueden provocar fácil y rápidamente infecciones en el organismo. Por este motivo, también debes tener cuidado con las mezclas de muesli y los aperitivos, que a menudo contienen frutos secos.
Lo mismo ocurre con las legumbres. Deben preferirse suficientemente cocidas, por ejemplo en forma de sopas o guisos.
Limpieza de la cocina y paños de cocina
Las superficies de trabajo de la cocina, en particular, entran a menudo en contacto con alimentos. Por este motivo, deben limpiarse a fondo con regularidad. Si es necesario, lo mejor es utilizar agua caliente y un poco de detergente. Esto es especialmente importante después de procesar carne, pescado o verduras crudas.
También es importante limpiar a fondo ollas, sartenes y platos. Para eliminar todos los gérmenes, deben lavarse al menos a 65 °C. Recuerde también que los gérmenes y las bacterias se acumulan también en las esponjas del lavavajillas. Por lo tanto, debes cambiarlos a intervalos regulares y limpiarlos con agua tibia después de cada uso. Acuérdate también de limpiar las tapas de los botes de comida antes de abrirlos.
Lo mismo ocurre con los paños de cocina y de secado: si los cambias con regularidad, evitarás que se acumulen gérmenes en ellos. Así que lávalos con regularidad, preferiblemente hirviendo, pero al menos a 65 °C. Así evitarás el riesgo de infección. Así reducirás en gran medida el riesgo de infección para ti y para tu nuevo riñón.
Tablas de cortar en la cocina
Hay que tener especial cuidado al utilizar tablas de cortar de madera y plástico. Al cortar se crean pequeñas ranuras en las que se depositan los gérmenes. Cuando la lavas, normalmente no puedes eliminar estos gérmenes por completo. Quedan residuos, que pueden acabar en los alimentos la próxima vez que utilice la tabla de cortar. Por eso, las tablas de cortar que no forman ranuras, como las de cristal o piedra, son las más adecuadas.
Para eliminar el mayor número posible de gérmenes tras su uso y minimizar el riesgo de infección, las tablas de cortar deben limpiarse en el lavavajillas o con agua tibia y jabón. Lo ideal es intentar utilizar tablas de cortar distintas para preparar carne, pescado y productos lácteos (=separar).
Utilizar cubiertos de servir
Utilizar cubiertos de servir evita que los restos de comida o los gérmenes de otros platos pasen a los alimentos. Esto es especialmente importante en el caso de alimentos con un alto contenido en azúcar, como la mermelada o la miel, para evitar la formación de moho. Por eso, saca siempre la mermelada o la miel del tarro con una cuchara. De este modo, los alimentos se conservarán más tiempo y podrá protegerse mejor contra las infecciones.
¿Tengo que tener una cocina esterilizada?
Como ves, con un poco de esfuerzo y algunos truquitos se puede conseguir mucho. Pero no te presiones demasiado. No necesitas una cocina estéril. Al fin y al cabo, estamos hablando de "bajo contenido en bacterias" y no de "libre de gérmenes". Intenta poner en práctica los consejos lo mejor que puedas, de modo que hagas algo bueno por tu cuerpo y, al mismo tiempo, te asegures de que tu nuevo riñón pueda funcionar el mayor tiempo posible. Sobre todo en el primer año tras el trasplante, aumenta el riesgo de infección, por lo que hay que tener especial cuidado durante este periodo. Puedes aprender los trucos más sencillos como rutina desde el primer momento. Verás que en cuanto te acostumbres, ya no te resultará tan difícil.