Fosfato y enfermedad renal crónica - lo básico
El fósforo es un elemento químico que se encuentra en casi todos los alimentos. Cuando se come algo, el cuerpo absorbe el fósforo a través de los intestinos. En las personas con riñones funcionales, éstos regulan el nivel de fósforo en el organismo. Esto significa que filtran el exceso en la sangre y lo excretan. Con la enfermedad renal, este proceso ya no funciona correctamente, por lo que existe el riesgo de un exceso de fósforo.
Tu médico te recuerda regularmente, como paciente con enfermedad renal crónica, que debes consumir poco fósforo y que no debes olvidar tus aglutinantes de fosfato. Tiene razón, porque un exceso de fósforo en el organismo provoca peligrosos depósitos de calcio en los vasos sanguíneos (= aterosclerosis).
Diferentes grupos de fósforo
Es interesante que haya diferentes grupos de fósforo. En pocas palabras, el fósforo de los productos animales puede ser mejor utilizado por el organismo que el fósforo de los productos vegetales. El fósforo puede dividirse en tres grupos:
1. Fósforo vegetal (30-50% de biodisponibilidad).
Se encuentra, por ejemplo, en los frutos secos, los cereales y las legumbres (por ejemplo, lentejas, alubias y garbanzos). El intestino humano no puede absorber bien el fósforo vegetal. Por eso se define baja biodisponibilidad. Esto es bueno para ti como personas con enfermedad renal crónica, porque significa que más de la mitad del fósforo que ingieres no entra en el torrente sanguíneo, sino que permanece en los intestinos y se excreta directamente. Por cierto, la masa madre es una excepción a esta regla: cuando germina, libera fósforo de su compuesto, lo que significa que puede entrar más en el torrente sanguíneo. Por lo tanto, se deben preferir los productos con levadura simple.
2. Fósforo animal (40-60% de biodisponibilidad)
Donde hay muchas proteínas, hay mucho fósforo. Puedes recordarlo para alimentos como la leche, el queso, los huevos, el pescado, la carne y los embutidos. Este tipo de fósforo se llama fósforo orgánico. Se absorbe lentamente, pero mejor que el fósforo de las plantas: alrededor del 40-60%. Por lo tanto, hay que tener cuidado de que la cantidad total de fósforo animal no sea demasiado elevada durante un periodo prolongado.
3. Fósforo en aditivos alimentarios (hasta el 100% de biodisponibilidad).
Tu mayor enemigo en la lucha contra el fósforo son los aditivos alimentarios. Muchos alimentos procesados industrialmente los contienen para prolongar su vida útil o mejorar su sabor. En la UE, deben estar etiquetados con los llamados números "E" en el envase (por ejemplo, E338, E1413, etc.). ¿Por qué son tan peligrosas estas "E"? Por un lado, la dosis de aditivos no está indicada en los alimentos y los productos procesados suelen contener muchos de ellos. Por otro lado, el cuerpo puede absorber casi el 100% de este fósforo. Aunque no todos los números E contienen fósforo (o potasio), siempre debes mantenerte alejado de estos productos. Puedes encontrar más información sobre los aditivos en otros artículos de la aplicación Mizu.
¿Qué y cuánto fósforo puedo comer ahora?
Quizás te preguntas qué significa esto para tu dieta. En resumen, se puede decir que el fósforo vegetal no es tan malo, mientras que hay que tener un poco de cuidado con el fósforo animal y mantenerse alejado de los aditivos si es posible.
Básicamente, tu pauta diaria depende de lo alto que sea su nivel de fósforo en sangre. Debe medirse regularmente. También existen directrices internacionales que se han investigado y calculado siguiendo las recomendaciones sobre la cantidad óptima de fósforo como personas con enfermedad renal crónica a partir de estudios probados. Es importante que hables de tu consumo diario de fósforo con tu nefrólogo y con un nutricionista. Ellos conocen mejor tu situación de salud y tus necesidades nutricionales y están tan interesados como tú en mantener los niveles de fósforo dentro del umbral.